Tengo
57 años. Soy de Bután. Soy profesor, pedagogo y exministro de Educación. Estoy
casado ¿ Política? Lo mejor de cada ciudadano y para cada ciudadano. Nací hindú
y soy budista. Presido el Royal Thimpu College. Educamos para el bienestar
¿Dónde está Bután?
Es un pequeño reino en la cordillera del
Himalaya, entre Nepal, Tíbet (China) e India.
¿Cuántos son ustedes?
Unas 800.000 personas, la mayoría
agricultores y ganaderos, como lo eran mis padres.
¿Y usted?
De niño pastoreaba vacas, mi aldea era mi
universo. Me daba miedo ir a la escuela. Pero mis padres insistieron. Eran
analfabetos ¡pero muy sabios!
¿Por qué?
Vivieron juntos y felices durante 75 años.
Decidían con sabiduría y siempre acertaban. Me eduqué en sus sólidos valores. Y
estudié.
¿Qué aprendió?
Que la escuela es decisiva, primer vínculo
de la persona con el mundo, y que tener buenos profesores es determinante.
¿En qué sentido?
No tanto por lo que te enseñan, sino como
modelos de cultura y valores, porque te transmiten sus convicciones y
filosofía, su sentido de la vida y visión del mundo.
Y se hizo usted profesor.
Sí. Para acompañar a los alumnos en la
exploración de la vida, no para convertirlos en piezas de una máquina
productiva.
Eso temía Nietzsche, una
escuela fabricante de obreros en serie.
La escuela debe liberar al alumno,
fomentar la creatividad de cada uno, elevarle a ambiciones más elevadas que un
sueldo.
¿Y eso es posible en Bután?
Sí, desde que el rey tuvo una
inspiración...
¿Qué inspiración?
Abdicó, convocó elecciones libres y creó
el índice de felicidad nacional bruta (FNB).
¿Felicidad nacional bruta?
Un índice nuevo y distinto para valorar a
los países. Entendió que medirse por el producto interior bruto (PIB) es
reduccionista: no avala el bienestar de los ciudadanos.
Pero la riqueza sí ayuda al
bienestar...
¿Tu bienestar sólo depende de la riqueza
material? Hay otros factores inmateriales...
¿Qué factores?
La bondad, por ejemplo. Aprender a vivir
feliz, por ejemplo. Mis alumnos reflexionan sobre cómo sería la vida sin
poesía, pintura, música, belleza... De ahí la relevancia de la educación, que
afirma la santidad de la vida.
Suena muy místico.
No, suena a vivir de un modo más armonioso
contigo mismo, con tu familia, con tu sociedad y con tu entorno.
Pero todos queremos ser más
ricos.
Un país puede ser muy rico pero su gente
llevar una vida muy torturada. Un país puede ser menos rico ¡pero su gente
llevar una vida más armónica!
¿Y el índice de FNB mide eso?
Sí, la buena vida de los habitantes de un
país.
¿Son felices todos en Bután?
No: estamos en un proceso, tenemos ese
proyecto aspiracional. ¡Y la educación es fundamental!
¿Qué hacen?
Desplegamos una red de escuelas verdes y
enseñamos una relación armónica con la naturaleza, porque explotar los recursos
naturales hasta destruir el entorno no conllevará bienestar a largo plazo, por
mucha riqueza material que genere a corto plazo.
Muy sensato.
Queremos educar para la felicidad de las
generaciones venideras, no sólo de la presente.
Por ejemplo.
Con los alumnos reflexionamos sobre
enunciados como “¿ser importante es mejor que ser bueno?”, “¿qué cualidades nos
diferencian del resto de los animales?”, “¿cómo reaccionar si en una compra te
devuelven más cambio del que te corresponde?”, “¿cuándo fue la última vez que
ayudaste a alguien a sentirse mejor?”...
¿Su rey estuvo inspirado o le
asesoraron filósofos?
Era un joven ardoroso pero sabio, se le
ocurrió a él, a Jigme Singye Wangchuck: vio que todos necesitamos un sueño, y
los países también, una estrella a la que mirar.
¿Qué hace hoy el rey?
Tras abdicar hace diez años, se fundó una
monarquía constitucional y hoy reina su hijo, Jigme Khesar Namgyal Wangchuck,
que tiene 35 años.
¿Están notándose ya los efectos
de su aspiración?
Para empezar, el 60% de nuestro territorio
son bosques que no podemos destruir, eternamente protegidos, y preservamos
nuestras tradiciones sin renunciar a la tecnología y la modernidad.
¿No desfallecerán?
No, por mucho que sea más fácil conseguir
un alto PIB que un alto FNB, a corto plazo. Pero nos interesan más la equidad,
la justicia, la bondad, la inteligencia, la salud de la tierra... que la renta.
¡Esto es más difícil, pero más deseable! Pensamos a cinco generaciones vista.
Dígaselo a los políticos de
aquí.
El índice FNB es una tabla que pondera
indicadores materiales e inmateriales, objetivos y subjetivos, en el que
aunamos economía, conocimiento y conciencia, porque ya sabemos que lo que de
verdad cuenta no es siempre lo que puede contarse.